No solo en el frío nos parecemos a Finlandia
Cada vez más cerca del invierno nos viene a la mente las temperaturas gélidas, llegando en algunos casos bajo cero o las grandes nevadas para hacer muñecos de nieve. Esto puede ocurrir en Castilla y León o el Finlandia, pero últimamente no solo nos parecemos en eso, sino en otro aspecto como es el nivel educativo.
¿Por qué en Castillas y León?
Eso mismo se preguntó Jaime Antonio Foces, autor de la tesis
sobre las “Desigualdades regionales y cohesión del sistema educativo.
Estudio de un caso singular: Castilla y León”. Observó que el grado de desigualdad entre
comunidades es tan gran, que por ejemplo los alumnos/as de 15 años de Baleares,
Andalucía, Murcia o Extremadura están por debajo de la media española según los
resultados de Pisa, y estarían en Castilla y León un curso por debajo por su
nivel de conocimientos.
En la tesis recalcó que el modelo educativo de Castilla y León no corresponde con el nivel socioeconómico, sino por el arraigo a un contexto histórico-social sobre la educación de calidad equitativa. A finales del s. XIX la gente de los pueblos demandaban por una educación para aumentar las tasas de alfabetización para poder asegurarse un futuro mejor para todos/as. El resultado fue que a principios del s. XX la tasa de alfabetización era superior al 70% y con una disminución en las desigualdades de género, debido a la pronta escolarización de las mujeres.
Hoy en día los castellanoleoneses conciben la idea de educación con el significado de futuro e igualdad. Por esto mismo, los políticos han respondido con
mejorar la calidad y accesibilidad a la educación. Como aseguró el consejero de
educación Fernando Rey para el periódico de Norte de Castilla en 2017: “La
lucha es no dejar a nadie atrás. Por una razón de justicia, pero también de
inteligencia, porque un chico que fracasa en la escuela está llamado a depender
de los salarios públicos y de las ayudas sociales. Me niego a que en Castilla y
León sea una tierra en la que la pobreza se herede”.
Los esfuerzos por parte de los políticos y de la gente de la
zona por una educación de calidad y para todos/as da sus frutos con los buenos
resultados académicos. Aun así, Castilla y León se enfrenta a otros problemas
que determinarán el futuro del sistema educativo.
No lo podemos negar, el éxodo rural que comenzó en los años 60 todavía tiene secuelas en cada municipio de la comunidad. Como afirma el periódico del Diario de Castilla y León, el 70% de CyL ya es un “desierto demográfico” sin habitantes, concentrado la población en las grandes ciudades, como Valladolid. Entonces, un adolescente que viva, por ejemplo, en un pueblo de menos de 500 habitantes de la parte de Tierras Altas de Soria, donde tiene el instituto a una hora en coche, ¿tiene las mismas facilidades que alguien que viva en la capital?
Puede que tengamos que hacer una
autorreflexión sobre las desigualdades que están ocurriendo dentro la propia
comunidad. El futuro de Castillas y León también depende de las miles de personas
que residen en los pueblos.
Por que
los derechos no se pueden medir por el número de personas.
¡No
juguemos con el futuro de las nuevas generaciones!
Sin
escuela, no hay futuro,y menos para los pueblos.
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